viernes, 11 de diciembre de 2009

Ultimo fin de semana.

Como suele suceder con todo en esta vida, todo tiene su fin, y en este caso mi expo no iba a ser menos, ¡pues que me había creido! Allá por el 20 de noviembre a mediodia se terminaban de colgar las fotos en la pared de la sala Antonio Machado. Jamás creía que llegaria ese momento, es un tiempo eterno el que transcurre desde que se comenta la mera posibilidad de exponer hasta que las prisan afloran por doquier en forma de realización de textos para las revistas, textos para los dipticos, pruebas de impresión, apaño de los passepartous, etc. Parece que queda lejos incluso el dia de antes, cuando estás poniendo en cristal las fotos y que nunca va a llegar la hora "h". Pero... de repente sucede. La sala se va llenando poco a poco, llega el momento de las presentaciones, de tu breve discurso, de las miradas fijas. De la felicitaciones, de las críticas...

Durante tres semanas dejas tu obra al amparo de las miradas de los visitantes, al cuidado de los comentarios de los asistentes y siempre tu alma paseando por la sala.

Bien, ese tiempo ha terminado, las sensaciones son buenas y... pese a los nervios, las horas de trabajo y momentos de incertidumbre, volvería a repetir.

No me queda más que agredecer a todos los que han pasado por la exposición y han contemplado las 40 fotos que conforman Latidos de una ciudad.



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