Es fantástico encotrarse gente mientras paseas, y si esa gente es amable, te da conversación y te pide sin nada a cambio que la fotografíes... el momento se convierte en un todo mágico, en algo difícil de repetir.
El pasear con la cámara te da estas satisfacciones, las de grabar Cuenca en mi mirada y hablar con Antonio y sus ovejas.