LA INTRUSA
[…]Nadie quiere
labrar ahora
estos campos. No dan fruto
las hazas ni
los árboles. Por doquier, han crecido
malas
hierbas. Y el aire
no mece como
antaño, cuando el verano llega,
los trigales
maduros.
No sé qué
pueda hacerse. En cierto modo, tengo
ya el hábito
de verla,
aunque siempre que encuentran mis ojos su figura
sienta un
escalofrío.
Me acecha a
cualquier hora; ronda mi casa. A veces,
canta,
mientras me observa,
una canción
dulcísima, y entretejen sus labios
mi nombre
con la música.
Un día, fatalmente, no sé cuándo
- acaso
cuando deje su mirada
de
infundirme temor y esté dispuesto
a hacer lo
que ella quiera, a ser suyo, a seguirla -,
Vendrá a
buscarme al fin.
Yo la estaré esperando. Y emprenderemos juntos
el más largo
viaje.
Eloy
Sánchez Rosillo. (del libro: “Las cosas como fueron”)